La recogida de la aceituna hace 50 años
El trabajo en el campo, a pesar de la mecanización que se ha ido incorporando, sigue siendo muy duro. Se trata de una faena que no entiende de festivos ni del tiempo. La agricultura lleva miles de años moldeando el carácter de hombres y mujeres aguerridos. La recogida de la aceituna hace 50 años era una tarea que ponía a pruebas los cuerpos y caracteres. Vamos a echar la vista atrás y recordar cómo era la tarea de recolectar el fruto del olivo unas 5 décadas atrás.
Así era la recogida de la aceituna hace 50 años
En los años 60, la mecanización del olivar era apenas existente y todo el proceso se hacía de manera tradicional. Con la llegada del invierno tocaba comenzar con la recogida de las aceitunas para su posterior transformación en aceite. Este proceso se componía de los siguientes pasos:
Colocación de los mantones
Los mantones son unas telas tupidas, ahora de material sintético, que se colocan bajo la copa del olivo. Su cometido era recoger la aceituna que caía del árbol. Esta tarea era realizada por mujeres, que también debían recoger las aceitunas que salían de los cantones. Una tarea pesada capaz de acabar con la espalda de cualquiera.
Vareo
Las varas eran de un tamaño considerable, aunque se podían encontrar más pequeñas. La vara maestra, la de mayor tamaño, alcanzada los frutos a mayor altura. Había, y hay, que golpear las hojas con fuerza para hacer que las aceitunas cayeran. Varear un olivo sigue siendo una tarea dura y que es comparable a una buena sesión de gimnasio. Actualmente se utilizan máquinas que sacuden el olivo, o vareadoras automáticas. Sin embargo, en algunos olivares tradicionales, se sigue utilizando el vareo clásico.
Cribado
Una vez que las aceitunas caían y eran recogidas por las mujeres, se colocaban en unas espuertas de esparto y se llevaban a cribar. El cribado se realizaba en un artefacto metálico, y en algunos lugares se le conocía a este proceso como “pasar por el pájaro”. Al pasar la aceituna por la criba, iban cayendo al suelo las hojas, restos de ramas y piedras al suelo. El fruto limpio se depositaba en otras espuertas. Siempre era preciso repasar para evitar llevar al molino restos no deseados.
Transporte
Quedaba llevar los frutos a moler, pero antes debían meterse en sacos y ser transportados en carros o en burros. Una vez en el molino, se volvía a repasar que no hubieran restos, y se procedía al prensado para la obtención del aceite. Así finalizaba un ciclo que había comenzado horas antes en el campo, en los fríos meses de noviembre, diciembre y enero.
La recogida de la aceituna hace 50 años era una tarea titánica y lo sigue siendo todavía. Pero quienes aman el producto fruto del olivar saben que su tarea tiene un resultado gratificante. Producir el mejor aceite del mundo, estar en vanguardia de la base de la dieta mediterránea, y ser el orgullo del campo español, son recompensas más que suficientes. Aunque el proceso haya cambiado, sigue siendo una tarea dura y pesada, pero que hace posible que tengamos el oro líquido como orgullo.
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